Entre naranjeros rojinegros

Sigue siendo un misterio qué mecanismos me llevan, de repente, a dar el paso definitivo para leer un libro haciéndolo escalar de la base de la pila de lecturas pendientes a lo alto de la montaña. Y además, pasando de lecturas programadas, de lecturas compartidas o de la inexorable fecha de devolución de las bibliotecas. Lo cierto es que tenía los dos libros de José Luis Ibáñez de la serie Toni Ferrer con una gran diana desde hace mucho tiempo porque son de esas obras que a priori sabes que te van a gustar. Una novela que mezcla historia y género negro es una novela a la que me apunto de cabeza, y más, si la trama se sitúa en plena Guerra Civil en una Barcelona tremendamente convulsionada por la propia tensión de la guerra y la rivalidad entre las distintas facciones que peleaban al lado de la República, en este caso con protagonismo especial para la CNT. Para frotarse las manos, vamos.

Porque casi todas las obras que he leído que se desarrollan en este período histórico se colocaban al otro lado de la barricada. La serie de Arturo Andrade de Ignacio del Valle es un buen ejemplo de buena literatura, con mención especial a la novela ahora llevada al cine “El tiempo de los emperadores extraños”. Tampoco me quiero olvidar de Rebecca Pawell y su “Muerte de un nacional”, una novela que no me gustó casi nada y que nos narraba las peripecias de un guardia civil falangista en una Madrid recién conquistada por los nacionales y donde los únicos que sonreían eran los quintacolumnistas. Una novela que me pareció muy bien documentada pero a la que le habían arrebatado el alma, ya que no me dijo gran cosa.

Quedan por ahí otras obras a las que cada mes que pasa se les va agrandando la diana, como los “Cuatro días de enero” de Serra i Fabra… y bueno, si conoces otras novelas ambientadas en la época y que merezcan la pena, ya sabes, se aceptan recomendaciones por los canales habituales.

Y creo que me he encontrado ante una muy buena novela, con una descripción de la Barcelona de las barricadas que me ha parecido muy lograda y que creo que acerca de una manera muy  certera qué pueden sentir las personas a las que les toca protagonizar una guerra, empezando por el miedo, el horror, el caos… aunque también haya lugar el valor, la justicia o el amor.

Otro de los aciertos de José Luis Ibáñez es colocar toda la trama en el lado de los más puros. Aquí no te vas a encontrar una historia de rencillas y rivalidades entre los diferentes partidos que luchaban del lado de la República. Esta es una historia de anarquistas, bueno, la historia de un outsider al que los propios anarquistas le piden que investigue, ya que están pasando cosas raras entre la gente de sus filas, y ya han muerto tres milicianos en extrañas circunstancias.

Eso es lo grande, y eso es lo triste de esta novela. El volver a comprobar que no hay guerra buena, ni conflicto que no saque lo peor de las personas a las que les toca, normalmente de forma involuntaria, ser protagonistas. Una Barcelona entre la prerrevolución y la hecatombe en la que también llevan el pañuelo rojinegro los prestamistas y cambistas, los especuladores y los estraperlistas y donde se pasea no solo por motivos políticos sino también por llenar la bolsa. Aquí también, debajo de los monos cenetistas se esconden personas capaces de lo mejor y de lo peor. Y de eso no se salvan ni los hijos de Lenin, los lectores de Bakunin, ni los adoradores de Nin. Una historia que ya me la sabía pero que da un poco de pena que me la cuenten.

Y eso es lo que consigue el autor. Y no me parece para nada poco. Un protagonista muy sólido y muy bien construido, con una historia muy interesante paralela a la investigación, un ambiente y una ciudad muy bien documentados, y un puñado de personajes que se van sumando a la fiesta y van mejorando lo que vamos leyendo (Fantômas, La Suiza, los anarquistas García Oliver, Aurelio o Albert el falsificador, sin olvidar al chupasangre Ripoll).

Nadie debería matar en otoño, no, al menos en ese otoño en el que una Barcelona  llena de naranjeros rojinegros se iba desangrando lentamente entre gritos de «Salud» y «Libertad».

5 comentarios sobre “Entre naranjeros rojinegros

    1. Es verdad. No sé qué tiene la Pawell, pero es que no me convenció para nada. De hecho, no he vuelto a tener noticias suyas después de aquel lanzamiento. Por cierto, lo nuevo de Ulises pinta muy bien. En breve aparecerá por aquí una reseñita de «Cuestión de galones».

  1. En lo que se refiere al orden de la pila de lecturas pendientes: los caminos del señor son inescrutables. Y en lo que se refiere a las lecturas que mencionas ya he apuntado todo lo que desconozco para tenerlo presente.
    Yo tengo a medias, en estos ejercicios malabares de lecturas simultaneas que creo practicamos todos, «Cabaret Pompeya» de Andreu Martín, que es más histórica que negra pero que está en la linea de las recomendaciones que pedías.
    Slds.

    1. Qué tal, Jordi.
      Pues muchas gracias por la recomendación. Además, Andreu Martín es una de mis asignaturas pendientes. Pasé de Prótesis al Asalto a la Virreina y tengo por ahí unas cuantas lecturas a las que tendré que hincarles el diente en algún momento.
      Un saludico

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